domingo, 5 de septiembre de 2010

Jesucristo en Metrópolis

Ajeno a la tumultuosa exaltación de la raza tras el Apocalipsis Sudafricano –uno es antinacionalista de cualquier clase y seguidor de Italia, ya que creo que las afinidades futboleras son de estilo y no de lenguas ni imperios -, transito por estos días que anuncian el fin mental de las vacaciones con algunos temas en la cabeza.

Uno de ellos es la mitomanía o exaltación del sujeto futbolero como héroe, como ejemplo a seguir por la comunidad. Dios nos coja confesados. Supongo que si pongo nombre y apellidos a todo esto conseguiré que no huyan despavoridos de este blog.

El 23

Siempre blanquizaul
El pasado domingo, primer partido de Liga, un joven de 13 años, como mucho, sentado a mi vera gritaba indignado “¡No!, ¡como puede llevar ese tío (nota: el tío era Dátolo) el numero 23!”. Ese chico, probablemente, no tiene ni idea de qué representa Tamudo para el Espanyol. Ni creo que tenga muchos recuerdos visuales.

Esa criatura se limita a repetir el discurso divinizador que una parte de la afición ha mantenido y que nos ha llevado a casi una escisión en la grada: los tamudistas y los graciasportodoTamudoperoestosehaacabado.

Del mismo modo, cuando Galán, desafortunadamente, introdujo el balón en la meta de Cristian, no dejaba de llamarlo inútil.

Conclusión: las mitomanias crean futuros energúmenos acríticos. Ayudemos a nuestra juventud: no seamos becerros.

El Mesías y sus fans

Aprovecho para compartir mi risa con ustedes. El affaire Guardiola-Ibra, con el manifiesto desprecio hacia el entrenador por parte del jugador y de su representante, han movilizado a toda la caverna mediática catalana.

La defensa de TV3 y los tebeos satélites de su Mesías ha sido de libro. De libro de religión. Ellos tienen su mito, infalible, como el Papa. Y así lo transmiten a sus masas en el Año 3 de la Victoria que, cegadas por la pasión, son incapaces de preguntarse que coño ha pasado y dónde han ido a parar tantos minolles.

 Lástima que sean monoteístas y, por tanto, excluyan a todo aquel que no sea de su religión. Si no serian graciosos y hasta simpáticos. Bueno, vale, reconozco que algunos de ellos son buena gente. Hasta son amigos.

2 comentarios:

  1. Sobre el número 23, creo que debería estar prohibido en el fútbol.

    En cuanto a los rifi-rafes de Guardiola con los delanteros centros y su visión para fichar, doy gracias a Dios de que Bassat no ganara esas elecciones en las que Pep iba a ser director deportivo y Lillo entrenador...

    Dicho esto, vuelve ya Vicente, que no haces nada ya de vacaciones y aquí ya estamos todos...

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  2. Hombre, pues nosotros lo lamentamos, lo que nos hubiéramos reído!

    Concédanme una semana más. Es duro cada mañana elegir la cala que toca visitar, pero lo llevo con dignidad :-)

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